sábado, 7 de julio de 2012

El malhumor de Thor

Sabemos muchas cosas de Thor. Tenía pensado hablar, de nuevo, con las Nornas, pero preferí esperar a que su ira se desfogara un poco. Como no soportaban mis preguntas, decidí irme a investigar a Thor el Dios del Trueno, por excelencia, de la Monarquía Deística Nórdica.
También, me dediqué a investigar sobre el origen de este dios. En primer lugar, es un dios nacido de dioses, no como Hércules, que, para serlo, hubo de morir, para encontrar la inmortalidad. Se suele describir a este dios de Asgard con un guante de hierro que sujeta su Martillo Mjolnir que hace las veces de bumerán, regresando a la mano de su amo, como una mascota sumisa y complaciente.
Encontrar a Thor, en Asgard, es muy difícil. Tiene la obsesiva manía de tomar el Puente del Arco Iris e ir al País de los Gigantes de Hielo. Suele ser un tipo pendenciero y, con cualquier excusa, puede olvidar sus nobles palabras, y dedicarse a repartir mamporros como Clint Eastwood en sus mejores tiempos.
Mi documentación era bastante exigua. En Mitología, cada autor escribe un dato distinto, y, a la hora de encontrar el contraste de la lógica, se pierde en laberintos de respuestas o afirmaciones que no llegan a ningún sitio. Thor, como hijo de Odín, es uno de los preferidos de este Patriarca Nórdico. Por suerte, llevé mis libretas y mi iPad para tomar notas.
Esta vez, quería obtener información de primera mano. De manera que esperé pacientemente, repasando mis notas y apuntes, mientras conducía un aerodeslizador por todo Asgard. Algunos habitantes, elfos nórdicos, para más señas, se sorprendían de que un humano se paseara por su Urbanización como Pedro por su casa. Recelaban un poco, y movían sus orejas, con su mentalidad feérica me repetían que no debería estar allí.
-Odín no piensa lo mismo-replicaba yo.
Y, claro, agachaban su puntiagudas orejas y se largaban. Yo portaba una espada de acero por si las moscas. Los elfos no son celosos, pero si te tropiezas con un elfo atravesado, ya te puedes olvidar de las buenas maneras. Una espada de acero les hace mucho daño. Y si es de hierro, peor. Por eso, los elfos nórdicos luchan con espadas de plata, que son muy endebles, pero que no les dañan. Un hecho era cierto, me dejaban en paz, en parte, porque me dedicaba a preguntarles de todo, hasta que les ponía la cabeza como un bombo, y se largaban con excusas absurdas e incoherentes, que no voy a transcribir, pero que lo haré en alguna otra entrada.
Sucedía lo contrario con las elfas. Eran hermosas, y no les importaba responder, porque, según ellas, son "inmortales y se aburren". El hecho de que se aburrieran no me venía de nuevas, pero me pareció una desfachatez entretenerme con ellas, pues me desviaban de mi crónica y mi camino.
Continué buscando información sobre el paradero de Thor. Pero este dios se escabullía. Intenté sorprenderlo en alguna taberna, y no me fue posible.
Alibajo y cabizcaído me tuve que rendir a la evidencia de que uno de los hijos de Odín no quería verme, y regresé al Palacio del Monarca de Asgard. Odín me recibió con una sonrisa, y yo emití un ronco gruñido de fracaso.
-No te preocupes, amigo mío-dijo Odín-ha descendido a Midgard a rodar una película.
La respuesta me cogió por sorpresa; o fue la acogida de la respuesta la que me pilló por sorpresa. Sólo pude responder:
-¡¡¡Hollywood se ha cargado las leyendas!!!

martes, 3 de abril de 2012

El hilo de la vida y las Tres Diosas

Urd, Verdandi y Skuld son las tres diosas nórdicas, hijas, tal cómo me aseguró Odín, de él. Estás claro que, Odín, durante su juventud, hizo muchas tonterías. Una de ellas, tener tres hijas que deciden los destinos tanto de humanos como de los héroes, e incluso, el final de los propios dioses. Una mañana, mientras me hallaba dormido en la cama de una de las estancias del Palacio de Odín, Éste me despertó y me dijo: "Levántate, humano, mis hijas quieren conocerte"; no me dio tiempo a preguntar el cómo y las razones, pero sí que no me dio tiempo a una ducha rápida. Entonces, acudí con lo puesto, mi libreta, y mi IPad, y también unos cuadernos para tomar apuntes. Por fin, conocería a Urd, Verdandi y Skuld. Odían se las ingenió para atrapar un aerodeslizador, y yo le pregunté ¿por qué no utilizamos el ascensor? Está averiado, fue su respuesta. De manera que no insistí. Pero no me creí lo del ascensor averiado. Las Nornas viven cerca de las raíces de Ygdrassil, un par de pisos por encima de la serpiente que se alimenta de sus raíces, y raramente hablan con alguien. De hecho, son temidas incluso por los propios dioses: cuando se irritan, el dios puede darse por muerto, y seguramente, eso le pasó a Balder, cuando Loki decidió acelerar el Ragnarok. Loki es poco original. Debería dedicarse al negocio de la franquicia de hamburguesas o algo parecido. Claro que, Odín me contó una historia muy curiosa. Una de las Nornas se enamoró de Balder, este no le correspondió, y ella le vaticinó su final. Como Balder no escuchaba, ahí le llegó la muerte. Pero Balder muere todos los años, y esto le irrita a Odín, porque tiene que enterrarlo todos los años, y luego, al tercer día, vuelve a la vida, hecho que saca de quicio al Padre de los Dioses. Descendimos a tormpicones, hasta llegar a una especie de lago. Allí estaban las tres: Urd, Verdandi y Skuld. Skuld era la más vieja, por así decirlo, y veía el futuro. Suele tener un humor de perros bastante desagradable, mientras que Urd y Verdandi se dedican a coquetear (no sé con quiénes) y a tomar el pelo a su hermana mayor. Tenía muchas preguntas que hacerles, y decidí preparar mi batería de preguntas. Odín me avisó que procurara ser cauto. Pero como siempre hago preguntas de más, irrité a Skuld, y decidió cortarme mi hilo. Preparó las tijeras, pero sus hermanas no la dejaron, y tiraron las tijeras al lago. Sólo le había preguntado si se jubilaría algún día. Entonces, Skuld perdió la cabeza, y Odín y yo tuvimos que poner pies en Polvorosa...

sábado, 28 de enero de 2012

Tyr

Cuando la mente se te queda en blanco dejas de recordar lo esencial, para olvidar datos que son vitales para tu propia supervivencia. Esto es lo que me pasó en presencia de Odín. Minutos después, que me parecieron horas, me vino a las mientes la pregunta con la que he empezado estas Crónicas, y se la hice a Odín: "Sobre el Ragnarok, ¿es una tomadura de pelo para vuestra Deidad, o Deidades?". Odín se quedó en silencio, se llevó las manos a la cara, cómo tapándola u ocultándola, y luego, soltó una carcajada con gargajo. Su manera de tomárselo a la ligera me contagio la misma risa, pero llegué a pensar que quizá lo hacía para no mostrar su ira (Odín suele enojarse con frecuencia); llegó el momento en que decidió presentarme a uno de sus muchos hijos, que pertenecía a los Primeros de los Ases (Aesir): Tyr. Tyr pertenece a esta clase de dioses que están ahí, pero que no se esfuerzan con nada. Cumplen con su tarea, fichan a la hora convenida, y regresa a casa, poco después de su jornada laboral. Se ocupa del Fuego y del Agua. Es decir, es el Guardián del Fuego, y una suerte Neptuno para la mar. Se ocupa de llevar a puerto las naves vikingas, en caso de avería, o de enfurecer las aguas contra los enemigos de sus adoradores y creyentes. A Tyr lo han representado siempre como un dios benigno y tranquilo, buen padre y dueño de su hogar. Hace unos cuantos milenios, cuando Europa se estaba formando, se le nombraba en las batallas durante las incursiones vikingas en la futura Gran Bretaña, Península Ibérica (por la parte de Galicia) y un poco contra los Romanos, que no se esperaban tal fiereza de unos bárbaros contra el mundo civilizado (y corrupto) que estaban formando. Tyr también ayudó a Erik el Rojo a descubrir Vinland, con la diferencia de que Vinland (Tierra del Vino) sería la futura América (que el ceporro de Colón confundió con las Indias o la India; pero esto es caso para los historiadores). Pues bien, fuimos a ver a Tyr. Según Odín, se encontraba trabajando en el mar que separaba Asgard de Midgard (que existe, lo he visto) y que une, ligeramente, a la Tierra con Asgard y lo separa. Vestía de dorado, y medía uno seis metros (Tyr, no el mar). Odín me contó que Tyr estaba evitando que el mar no inundara parte de Midgard, y equilibrando el ecosistema o acuasistema marino. Apenas quedaban ballenas, y se ocupaba de que los Cruceros de turismo, naves de carga y transportadores de productos y alimentos, no naufragaran. Controlar los cruceros era un trabajo más arduo y difícil. Un dios, me señaló Odín, puede tener el control de casi todo, pero, a diferencia de las religiones monoteístas, tiene sus limitaciones, porque han sido creados a imagen del ser humano, con grandes poderes, pero con enormes defectos. Tyr nos saludó, y salió de las aguas. Se quitó la dorada armadura, y mostró un cuerpo fuerte y fornido, con una piel tostada en los veranos (Odín, con diferencia, era pálido y tuerto, claro); se estiró, y bebió de una tripa de cerdo, que debía contener el zumo de unas manzanas doradas, que transformaba a los dioses asgardianos en Inmortales. Tyr me gastó una broma. Me ofreció el pellejo del néctar, acerqué mi boca a la bota, del mismo diseño que la bota de vino, y luego, de zarpazo (nunca mejor dicho) me la arrebató. Mi desconcierto fue total. Odín se moría de risa (si un dios puede morirse de risa) y Tyr se desbarató de placer. Luego, Odín me afirmó que gastaba esta broma con todas las criaturas de Asgard (elfos, trolls, enanos, gigantes de hielo, con la Serpiente Jömurgand, y un largo etcétera); a mi vez, yo me quedé perplejo, me sentí molesto, y así se lo hice ver, y que la broma era muy poco acertada y nada respetuosa. Entonces, Tyr me presentó otro pellejo, pero me negué a repetir la broma. Éste contenía vino o hidromiel, y lo bebí muy agradablemente, pero no me convirtió en Inmortal. Mala suerte. Nos despedimos de Tyr, y me dediqué a repasar mis notas. Estas Crónicas tomaban forma, pero la pregunta esencial, aún no estaba respondida, y ya nos encontrábamos en el años 2012, según mi reloj. Había transcurrido más de un mes, desde mi llegada a Asgard por una de las Puertas Estelares.